miércoles, 2 de marzo de 2011

Cartas desde el exilio (2003)

Siempre pensé que la patria, la tierra de uno, era simplemente el país donde nacimos. Pero al haber tomado distancia durante un tiempo, pude darme cuenta que mi tierra es la casa donde crecí, el colegio al que fui, mi barrio, mis costumbres, mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi familia... Parte de nuestra tierra es la solidaridad de la gente, los vecinos que se saludan unos a otros, una ronda de mate, los recuerdos de tu infancia, las impostergables e infaltables reuniones del día del amigo... Tu tierra son esos amigos que te piden que vuelvas, que revisan todos los días el correo para tener noticias tuyas y sentirte un poquito más cerca... Te das cuenta de que amás a tu patria cuando de pronto te encontrás defendiendo cosas que antes aborrecías, cuando te duele el alma y volverías corriendo al recordar aquello que leíste alguna vez en algún pedacito del Martín Fierro
''...Cuántas veces al cruzar esa inmensa llanura, al verse en tal desventura y tan lejos de los suyos, se tira uno entre los yuyos a llorar con amargura...''. 

Sentís orgullo por tu patria cuando alguien te habla del esplendor de las calles de Buenos Aires, cuando tratan de imitar tu acento al hablar porque dicen que les encanta escucharte, cuando estás en un súper y ves productos con una etiqueta celeste y blanca que dice ''Procedencia Argentina'', cuando vas caminando por una calle que se llama Avenida Buenos Aires o pasas por la ''Plaza República Argentina'', o cuando sentís que no te alcanzan las palabras para decir lo que se siente compartir unos mates con amigos... Extrañás a tu tierra cuando el teléfono pasa días sin sonar, cuando ya ni te acordás cuánto hace que no te saludan con un beso, cuando tu hijo viene llorando del colegio y te cuenta que se rieron de él cuando dijo que a sus amigos los quiere como hermanos. Extrañás cuando nadie entiende que te querés volver, porque todas esas cosas te hacen falta para vivir!
''Volver a la patria de uno es dejar de ser un holograma para volver a ser una persona de carne y hueso. Es reconstruír los vínculos desde la fotografía que fuimos y caminar despacio hacia la verdad de lo que ahora somos. Es también reconocer que uno es, a la vez, el mismo de siempre y todo un extraño.''
Prométanse a si mismos empezar a construir cada parte de su vida que irá formando, con el tiempo, un trocito de su tierra, de su patria. Hay que ser constantes y prudentes para ir tomándole cariño a todo lo que nos rodea cotidianamente. De esta manera, cada día se va a ir alejando un poquito más la idea de pensar que hay lugares en el mundo mejores que este.




*Escrito por mi vieja, cuando prometimos la Bandera, días después de volver de España, donde vivimos por 6 meses, después de la crisis del 2001. 

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